Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

sábado, 15 de diciembre de 2012

A las columnas del Templo Romano de Córdoba

Sus encantos quedaron cubiertos
por guardianes de tierra fértil,
los siglos guardaron el secreto,
reposando tesoros en silencio.

Una gota de lluvia y una pizca de polvo
deleitaron sus paladares hambrientos,
vetando poemas a poetas sedientos.
Envidio las rocas que os cubrió,
quedando huérfanos libros de historia,
cegando los ojos de reinas moras
ocultasteis la lozanía de vuestro cuerpo.

Granos de arena resbalaron,
descubriendo vuestra dulce cara,
las miradas de caminantes se iluminaron,
ante tanta belleza inmaculada.
Hoy emergéis como lava alborotada,
dejando ensimismados a poetas enamorados.
Vuestra elegancia quedará grabada,
en la memoria de nuestro pensamiento.

Gracias por resurgir,
cuando más lo necesitaba.
¡Mi cuerpo expiró de amor
ante tanto sufrimiento!
Mañana podré cantar
con palabras al viento
y dejarlas de herencia
a siglos venideros.

¡Cuando te vea otra vez
quiero tocarte con esmero
impregnarme de tu perfume
y conservar tu misterio!

No permitáis que nadie más
os cubra de lodo
la bravura de vuestro ego,
ni os lleve al ocaso más imperfecto.

¡Ni el mar, ni la montaña,
ni los ríos, ni los valles
dejarán a su paso
tanta belleza por fuera y por dentro!

Trampa

Cuando dormito;
durmiendo sueño:
la presa queda clavada,
agonizando entre marañas
de una tela de araña.
Clavando un grito en el aire
escarba sus vastas patas,
luchando con frenesí
su vida queda cantada.

Ahora el depredador
ni tiene prisa, ni avanza;
su sufrimiento es su caminar
que saciado se calma.
Reviente el destino maldito
bajo su inocencia toscana,
llorar de amor, enredada,
entre la tela de araña.

Cimientos hechos de sangre
acurrucan su dulce casa;
esperando otra presa inocente
para hundir en ella sus garras.
Los restos que caen al suelo
son  alfombras de alimañas
que calman su sed maldita
enjuagada entre lágrimas.

Las estrellas lo observaron
gritando al sol, mirando al cielo
y una entre miles,
sacudió su pecho contra el suelo;
recogió el polvo de amor
para que no lo arrastrase  el viento
ocultando sus cenizas
de carroñeros hambrientos.

martes, 4 de diciembre de 2012

La mirada de un niño


Hoy he visto en un niño
la dulzura en su mirada
la esperanza de su vida 
el futuro de mi estancia.

Cuando seas mayor,
serás mi guía.
Y cuando lo seas,
estaré apagada.

Quiero aprender hoy
de tu sabiduría inmaculada,
guardarla en mi mente
para recordarla mañana.

El día que no me encuentres
pregunta al fuego por sus llamas;
son los restos de mi cuerpo
que dormidos descansan.

Pero el carbón de sus cenizas
dibujará versos en tu mirada;
cógelos desprevenidos
y guárdalos bajo tu almohada.

Muéstralos al nuevo día
para que el mundo vea bajo su rayos,
la pasión por mis poesías
y la razón de tus palabras.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Detrás de un seto


Detrás de un seto,
pequeño,
perdido entre sombras
se escondían los secretos
que el aire dejaba a su paso.
Unos estaban frescos
como los brotes de frutos de temporada,
otros pudrían el suelo,
abonando tierra
y dando vida a famélicas lombrices olvidadas.
Sin embargo,
gustaban de ir andantes
de lugares extraños,
venidos de todas partes.
Eran fanáticos del más allá,
de lo esotérico;
escarbaban en las huellas que dejaban sus pisadas,
retorcían el soplo del viento
exprimiendo el suspiro frágil que de él salía.

Todo por un secreto,
todo por apoderarse de lo que nadie sabía;
intuían que el elixir de la vida,
calcinado, inservible,
podría fluir en el halo de su último aliento.
Gastando sus calzados errantes,
volviendo donde vuelan las hojas sin destino;
aprendiendo que los secretos
ya no son secretos
si hay alguien que los custodia.
Volviendo donde la noche es noche
y el día, día.
El cielo es azul y el río va y viene
pero nunca olvida.

Cancioncilla


En un espejo cuadrado
me he mirado la cara
entre rendijas de vaho
mi tez queda olvidada.

En un paño empapado
me he limpiado las lágrimas
entre paredes de esparto
mi encanto derrama escarcha.

En un lugar olvidado
me sangra mi piel azulada
entre rosas de jardín
mi espina queda clavada.