Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

martes, 2 de septiembre de 2014

Emociones desde el silencio (II) - Carta

A ti que prendes la llama sólo con el aliento que desprende tu cuerpo; cien melodías en el timbre de tu voz tiemplan el sosiego que siento por dentro.
No es locura lo que siembran mis manos, no entristezcas tu mirada si en algo sientes la ofensa por no poder sostenerte en mi regazo. Hoy es el ayer que un día desperdiciamos y en la yema de tus dedos, cicatrices  de amor dibujan autopistas por donde dejo correr todos mis sueños.
A ti, en medio de la vida que nos separa, desgasto la furia que guardé de un pasado enloquecido. Hoy pido gracia al habla heredada, a la tierra firme que nunca hundió mis pisadas, a mis lágrimas por esparcir el polvo; viendo la claridad por donde pasas.

Y no te encontré de golpe, el destino esperaba...

Sólo unos ojos y dentro una mirada, sólo unas manos derritiendo mi alma. Dejando uno, dos, tres, cuatro o qué sé yo; los abrazos para un mañana.
Y cuando mi cuerpo inerte no desprenda el calor por el que tanto luchabas, quédate en silencio, repasa y piensa, escucha y palpa. Otra vez verás brillar todo lo que un día no te dije, todo lo que nunca pude decirte con palabras. Todo y mucho más, guárdalo bajo tu piel, porqué ahora mi cuerpo de mí se desplaza.

Mañana en la acequia donde se pierden los álamos te espero al caer el sol, como siempre…

Un silencio pausado, un suspiro perdido y una nube baja, helando la piel que separa el aire. Y yo seguiré allí, esperando no perderte; compartiendo contigo lo que queda de nuestra vida, o de la mía. Porqué en este instante prefiero perderte antes de que la locura se instale donde la cordura pierda la razón que rige nuestros sentimientos.
Luego no te preocupes cuando el sol ya no queme tu aliento, ni la lluvia esparza nuestras caricias; nos perderemos entre miles de hojas de álamos muertos.
Y yo te inspiraré plenitud en noches de sueños, dejándote ir. Recobrarás la libertad, ése es el más preciado regalo de amor, para no perder el tren de nuevo.
Sólo amor, amor a destiempo e inoportuno.
Amor que impregna dos cuerpos y yo así lo prefiero, para que nunca jamás me digas que mi pasión te abrasó por dentro.


Y todo lo has hecho en tan poco tiempo que la mitad de tus besos todavía huelen a cielo...