El aire está ahí para quién lo respire.
Las aceras para los que pisan fuerte,
la calle para los perdidos,
el asfalto para los duros de espíritu.
La sombra de los árboles para los delicados,
el viento para los enérgicos,
el sol para los curtidos.
Y todos beben de la misma fuente,
y nadie se sacia con la misma agua.
Quien no la escucha,
ahí está ella para subir la voz.
Quién no la ve,
ahí está ella para sacudir su sudor.
Quien no la toca,
ahí está ella para bañarla de aroma.
Quién no la bebe,
ahí está ella para enamorarla.
Y quién de avaricia empape toda su piel,
ahí está ella para secarla.
Y yo y tú y él
jamás tendremos paños
para envolver su elegancia.
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