Por qué esta ausencia de ideas,
brota sin pena rodada,
la virtud de no tenerla
es la dicha de aceptarla.
O mejor
mientras el tiempo,
impasible recorre
mi sombra templada,
y yo esperando siempre una sonrisa
que sonroje.
O mejor
al niño que de la mano va,
al que pide brazos sin parar,
y yo anhelo esos llantos
que no los puedo calmar.
O mejor
de un día cualquiera,
el niño vuelve a llorar,
aupando los ojos,
a quien
nadie le logra calmar.
Será...
¿Que tienen madre esos brazos envejecidos?
¿De dónde sale esa atracción desesperada,
la que todo menor sueña
y en la infancia queda calmada?
precioso...
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