Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

lunes, 17 de febrero de 2014

Silencio

El perdón que recubre nuestro cuerpo se desprende como la piel de una serpiente, lástima aquél que nunca se desprenda de él y cargue con la piel podrida hasta su muerte.
Podría inventarme un argumento digno de película para explicar cómo me siento en estos momentos: desnuda.Y esa desnudez, la que yo pensaba que nadie veía; me ha dejado un mensaje de alerta y un cerebro carente de reflejos. Porqué todos hemos aprendido a leer, sin embargo muy pocos saben interpretar la mano mecida de un lápiz en blanco y negro y el tormento de cada verso, sólo ha sido un borrón al descubierto.
Ya no tengo fuerzas; no me preguntéis. Yo sólo quería pasar desapercibida por el sendero de la vida y las coces del destino me han apeado del camino. Ahora el terreno está muy resbaladizo y no tengo dónde agarrarme para retomar mi sendero.
Si un día vuelvo os aseguro que renacerán racimos de nuevos versos.
Ahora me siento incapaz. Mi mente se desata delante de una hoja en blanco, perdiendo la llave de esa puerta llamada cerebro. Dejando vía libre a las ideas, que carentes de pudor, se matan para entrar y desnudar emociones.
Un batallón, hacen guardia, en esa puerta y un muro hecho con materiales de otros tiempos pone freno.
Dejando, no sé por cuanto tiempo, mi voz desierta.

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