Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

sábado, 23 de marzo de 2013

Reflexiones de una memoria


Ahora que te vas, no te olvides de enjaretar el lienzo que cubre mi pecho, remete la manta entre las piernas y acomoda mi brazo, este brazo el cuál no me responde; pero mi cabeza, buscando siempre el lado izquierdo se alborota al pensar que no haya almohadas donde reposar mis silencios.
Tú lo controlas todo y esa palabra “juventud”; inundó un día, hace mucho tiempo, la sangre que me ardía por dentro y esta mente. No sé si lo aprecié o simplemente pasó volando, como aves migratorias, respetando un ciclo que ahora añoro y antes por no apreciar ni las veía, sin pensar en el destino que más tarde de mí se adueñaría.
No te culpo tiempo mío, de encontrarme llenando un espacio que palpo y no me corresponde, sintiendo en mi cabeza un zumbido ensordecedor  hecho a fuego suave, entretejiendo marañas, donde antes las desenredaba y ahora, a fuerza de no luchar, su puerta queda anulada.
Vivo en el presente de un minuto, en la cuerda que traba mi destino, en el clamor que a los demás se les escapa y en el aire que me sirve de amigo.
Ya no contemplo el amanecer, porque de otros es ahora su dueño, ni anocheceres que toquen a mi ventana porque hermética me contempla sin pausa. Las luces que vislumbro, son sombras discretas, artificiales, pensadas y descabezadas, como eterna sabiduría, envidiadas por poetas que de noche pensaban y de día dormían. Había mujeres que, a las luces de los candiles, hilaban, otras cosían. Siguiendo tradiciones, ahora perdidas, en una eternidad dedicada y una vejez mal avenida.
Siento no haberme ido, pidiendo perdón por ocupar un espacio, tal vez de otra adolescencia que ahora no esté viviendo, porque a golpe de tierra, hace tiempo que la estén pudriendo. Me culpo de no vivir y ser el vivir, el que se ha adueñado de saber inhalar un suspiro.
¿Y ahora qué hago yo? comiendo sin sabor, observando mi mano izquierda inmóvil y mis piernas, calladas, esperan una caricia que me erice la piel, ahora dormida. No hay segundos que se arrodillen para pedir perdón por ahogar mi desesperanza, sin un bastón donde agarrarme.
Esa parte de una existencia prestada, alquilada y vigilada por quienes se rompen sus cerebros jugando con una especie enloquecida por buscar el elixir de la eternidad. Si no, dime tú, para que existe el llanto, si mis ojos se han secado en la noche más ennegrecida.
Sólo el aleteo de una mariposa es capaz de alzar mi mirada y contemplar la locura que se instala en mi mente. Ya no soy capaz de gritar, sólo espero ese crujido en un instante, vestida de energía, forzando un volver atrás  repleto de incertidumbre y miedo y frío en la senectud de mi último recuerdo que ha marcado mi vida...

jueves, 7 de marzo de 2013

Proverbios

I
Cuando una lágrima escapa de mis ojos,
no siento escozor en mi tez rosada,
ni necesidad de abrasarme con mis dedos al tocarla.
Porque es al lector al que le arden sus mejillas
sintiendo mis lágrimas resbalar por su cara.

II
¿Quien lo ve bajo vendas blancas
y quien lo toca con manos ciegas?
Sólo el poeta cala el llanto,
tocando algodón
sobre ásperas zarzas.

III
Fallecen las flores en su corta estancia.
El que piensa y anda no las ve,
el que las ve y huele no las admira.
Y el que las huele y arranca,
mata aún más
su añorada vida.

IV
No hay camino sin destino
ni caminante sin gana de avanzar.
Sólo hay un tiempo vivido
sin horas para llegar.

V
Los sueños son libres
con ansias de volar
y alas sin motor
no atraviesan el ancho mar.
Por eso en tu orilla sueño
y mi sueño borrará
las pisadas de tu arena
antes de verte llorar.

VI
Mi silencio es poesía
no plasmada en un papel;
¡¡la dicha de ser vista
está escrita en el ayer!!

VII
No hay tiempo de olvidar
los recuerdos, un día despojados.
Sin embargo nos hizo soñar,
como a todos los enamorados.

VIII
Llorar es un don,
que algunos llegan a odiar,
pero el don, de llorar de amor
no es llorar de dolor.

IX
Cuando veas a alguien cabizbaja
por desiertas calles con neblina
pregúntale si ha perdido
 la orientación en su vida.
Será la mejor pregunta,
para una respuesta escondida.

lunes, 4 de marzo de 2013

Poemas llenos de amor

  (I)
Asistiendo a mi agonía
de tus labios me enamoré,
los percibí como seda
oliendo a pura miel.

En ellos clavo el silencio,
si me preguntan ¿a dónde vas?
a pedir por un te quiero
sepultado en el mar.

Ahora clamo al cielo,
con mis ojos y mi piel,
esperando un solo beso
que nunca olvidaré.

  (II)
Cuando pase por tu camino,
sin alpargatas en mis pies,
si me hago una herida
¿quién me la curará después?

Cuando llegue al destino,
y no haya nadie para amar,
solitaria y confundida
¿quién me ayudará a remar?

y si siento ese vacío,
caminando al revés;
de vuelta a mi casa
¿quién me va a recoger?

Busco amigos en la tierra,
que me escuchen al pasar,
ahora que me sangra el alma
¿en quién podré confiar?