Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

martes, 9 de octubre de 2012

Miradas otoñales

          LA HIEDRA (I)

Al corazón de hiedra que trepa
por fachadas de piedra pulida,
rojiza, frágil y sedienta,
le pido ramas untadas de nostalgia
para escalar dulces momentos.

¡Pídeme cita en primavera!

Cuando renazcan sus brotes verdes,
cuando el frescor del amanecer
invite a pasear bajo su techo
de sombras doradas
adornadas por polvo de soles
tupidos en el cielo.

¡Esto sí que es arte!

Anhelo esa vida nueva
llena de fantasía y misterio.
Me sumergiré en fragancias
deseadas en el tiempo.
Me bañaría en jabón de sed,
espuma de mar
y lava de acero.

¡Así no envejeceré por dentro!

Saciaré mi cuerpo
con mieles de azahar
flores de hinojo y
esencias de eneldo.

¡De pensarlo muero!


EL ÁRBOL MUERTO (II)

Queriendo ser y sin saber
el viejo tronco de corteza negra
soportaba,
abrazos de alimañas,
musgos moteados,
bocados de negras hienas,
nidos de escarabajos
cobijando nieves blancas
amarilleando en primavera.

Tus copas miran al cielo,
desnudas como trigales,
veraneando en invierno
soportando miradas.

Cuéntame vivencias
de tus vecinos los pinos,
pregúntales el secreto
de su eterna belleza.

Recoge su néctar
con olor a resina
romero de miel
y cera de abeja.
Abrígate en invierno
bajo los dorados albores
de rayos de lunas
muriendo por dentro.
Cuídate en el atardecer,
dando paso a la madrugada,
espérame en tus tardes de ocio
vendré a verte en noches estrelladas.

Eternízame en tu lenta agonía
guárdame en ella
como recordando el amor
que contemplaste un día.

Me verían transparente
prisionera en ámbar
que lloraste un día.

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