Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

domingo, 14 de octubre de 2012

Un día en una triste sala de hospital… ¿mental?


La moderna sala rebosaba vida
sin embargo, sus moradores
eran el puro reflejo de una agonía
contenida
de mirada absorta.

Por donde quiera que miraras,
algunos niños ajenos
a estúpidas suspicacias
jugaban bajo la atenta mirada de sus progenitores.
Se podía oír hasta las respiraciones de madres enfermas
agotando sus últimas energías,
clamando al cielo soluciones sosegadas.                           

Casi sin fuerza, como autómatas
recogen algunos juguetes desperdigados,
desahuciados por manos y mentes
que ya no les llama la atención.
¿Cuánto silencio contenido se puede escuchar sin ser visto
sin ni siquiera mover una triste cortina?
¿A quién le molesta los tímidos rayos de sol que se aventuran
entre rendijas escoltadas por sedas de hilo fino
entre cristales emborronados 
y chorreones de refrescos de lata?

Ese no es el motivo,
esa no es una razón para observar y decir
¡qué bonito día!
Esos días tuvieron alegrías de verano,
placeres otoñales, inviernos de pasión
y primaveras preñadas de ilusiones.
¿Quién se los ha llevado?

Poco a poco nos van llamando,
nadie mira a nadie,
ni siquiera la sonrisa de un niño
es capaz de conmover una sala
que más bien parece la antesala del mismísimo infierno.
¿Qué hemos hecho? 
quizá seamos nosotros los raros y ellos los inteligentes.

¿Dónde duermen las ideas? 
son buenas, son malas.
Ellos las juzgan,
por algo están allí como seres privilegiados
llenos de un poder inagotable.
Lo dicen los libros, lo dicen los manuales,
mentes toscas,
apocadas a la destrucción más lejana
y sin embargo
están hasta rebosando por los rincones.

Ahora salen de consultas sin sentido
donde saben que nada les calma,
pero necesitan una salida.
Se aferran a ella para no morir hiriendo,
para no pensar, no llorar
dando vueltas sobre un circulo de cristal o de acero.

Hay que salir a la calle
enfrentarse a la humanidad,
luchando por unas ideas no compartidas.
Escalando montañas sin alimento
recogiendo limosnas putrefactas.

Ábreme la puerta del silencio,
quiero escuchar emociones.
Lento muy lento.
Así te sacaré de este mundo donde sólo cogen unos pocos
y sobran unos muchos.
Esto es lo que siento.                                                                      

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