Los polos opuestos explotaron
se desperdigaron por trigales
que ves en los días de verano
cuando seco queda el campo
y de color ocre se esparce.
Ahí quedaron revueltos
entre malezas, juncos y zarzales,
llenos de espinas verdes, escondidos.
Soportando ocasos perdidos,
crujidos de tímidos vientos
y frías lluvias otoñales.
Así se fue nuestro amor
despacio, en silencio,
ni rápido ni lento,
muriendo por dentro.
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