Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

miércoles, 16 de octubre de 2013

Poemas desde el llanto

VI
Y seguirán los frutos dando frutos,
y la tierra trampeando veredas.
Pisadas sobre alfombras de seda,
colores sobre montañas eternas
pero mi árbol se pudre
y su tronco;
albergue de fieras.

V
El camino se estrechó,
donde duermen las alondras,
ésas que de camino a la alberca,
en sus picos albergaban agua.
Y las vi de noche,
eternas de madrugada;
pero el sueño embelesó mi conciencia,
dejándome llevar por el sonido,
tal vez de una máquina estropeada.
Esa que alimenté un día,
una noche y una mañana.
Sólo me queda atracar al tiempo,
volver hacia un pasado,
recuperar mis ideas
y quemar mi cuerpo desecho.

IV
Fuiste justo,
mas si cabe, en el tiempo.
Una mota engalanada,
me recuerda
lo bien que sabe
sin sentirme atormentada.

III
Asiento yo con mis ojos
al ver tu cara junto a la mía
y ahora sobran cien cerrojos
para desnudar mi agonía.

II
No me pidas que aprenda
lo que tú has conseguido
peldaño a peldaño.
Yo sólo vivo los segundos,
y mañana tal vez no me acuerde
que han pasado mil años.

I
Ésta llave no abre la libertad
ni cierra caminos,
sólo es un placebo más,
para mantenernos despiertos
en un mundo perdido.


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