La moderna
sala rebosaba vida
sin embargo,
sus moradores
eran el puro
reflejo de una agonía
contenida
de mirada
absorta.
Por donde
quiera que miraras,
algunos
niños ajenos
a estúpidas
suspicacias
jugaban bajo
la atenta mirada de sus progenitores.
Se podía oír
hasta las respiraciones de madres enfermas
agotando sus
últimas energías,
clamando al
cielo soluciones sosegadas.
Casi sin
fuerza, como autómatas
recogen
algunos juguetes desperdigados,
desahuciados
por manos y mentes
que ya no
les llama la atención.
¿Cuánto
silencio contenido se puede escuchar sin ser visto
sin ni
siquiera mover una triste cortina?
¿A quién le
molesta los tímidos rayos de sol que se aventuran
entre rendijas
escoltadas por sedas de hilo fino
entre
cristales emborronados
y chorreones
de refrescos de lata?
Ese no es el
motivo,
esa no es
una razón para observar y decir
¡qué bonito
día!
Esos días
tuvieron alegrías de verano,
placeres
otoñales, inviernos de pasión
y primaveras
preñadas de ilusiones.
¿Quién se
los ha llevado?
Poco a poco
nos van llamando,
nadie mira a
nadie,
ni siquiera
la sonrisa de un niño
es capaz de
conmover una sala
que más bien
parece la antesala del mismísimo infierno.
¿Qué hemos hecho?
quizá seamos
nosotros los raros y ellos los inteligentes.
¿Dónde
duermen las ideas?
son buenas,
son malas.
Ellos las
juzgan,
por algo
están allí como seres privilegiados
llenos de un
poder inagotable.
Lo dicen los
libros, lo dicen los manuales,
mentes
toscas,
apocadas a
la destrucción más lejana
y sin
embargo
están hasta
rebosando por los rincones.
Ahora salen
de consultas sin sentido
donde saben
que nada les calma,
pero
necesitan una salida.
Se aferran a
ella para no morir hiriendo,
para no pensar,
no llorar
dando
vueltas sobre un circulo de cristal o de acero.
Hay que
salir a la calle
enfrentarse
a la humanidad,
luchando por
unas ideas no compartidas.
Escalando
montañas sin alimento
recogiendo limosnas
putrefactas.
Ábreme la
puerta del silencio,
quiero
escuchar emociones.
Lento muy
lento.
Así te
sacaré de este mundo donde sólo cogen unos pocos
y sobran
unos muchos.
Esto es lo
que siento.