El silencio
de la noche
quedó
interrumpido,
ahogado,
empezó como
una melodía,
rozando el
crepúsculo de la
oscuridad,
amainando el
nuevo día.
Meciendo árboles,
envolviendo
crujidos,
así,
casi
inapreciables,
los iba
sintiendo.
Era el
viento que nos avisa.
Advirtiendo,
recordando
esa
melancolía,
de otra
estación nueva.
El verano
moribundo
se va
alejando.
Algunas
veces vuelve,
Otras
cae rendido
y muere.
¡Qué cambio
más bonito!
Aromas de
frutos secos
embadurnan
el aire
repleto de
hojas rojas,
alfombrando sus suelos.
De cálidas
tardes
llenas de
misterio.
Me traen
pensamientos,
nostalgia de
otros tiempos
amaneceres
fríos,
recuerdos
eternos.
Así, sí que
duermo
que nadie
esconda el viento
dejadle que
recorra calles
avenidas y
olivares,
que perfume
el aire
con olor a
tierra mojada
de colores
grises
raspando la
madrugada.
Así se irá
alejando.
Ancho como
el horizonte,
largo como
el infinito
y suave como
el remanso
de un
amanecer incierto.
¡Dejadle,
dejadle en silencio!