Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

viernes, 28 de septiembre de 2012

Viento


El silencio de la noche
quedó interrumpido,
ahogado,
empezó como una melodía,
rozando el crepúsculo de la oscuridad,
amainando el nuevo día.

Meciendo árboles,
envolviendo crujidos,
así,
casi inapreciables,

los iba sintiendo.

Era el viento que nos avisa.
Advirtiendo, recordando
esa melancolía,
de otra estación nueva.

El verano moribundo
se va alejando.
Algunas veces vuelve,
Otras

cae rendido y muere.

¡Qué cambio más bonito!

Aromas de frutos secos
embadurnan el aire
repleto de hojas rojas,
alfombrando sus suelos.

De cálidas tardes
llenas de misterio.

Me traen pensamientos,
nostalgia de otros tiempos
amaneceres fríos,
recuerdos eternos.

Así, sí que duermo

que nadie esconda el viento
dejadle que recorra calles
avenidas y olivares,

que perfume el aire
con olor a tierra mojada
de colores grises
raspando la madrugada.

Así se irá alejando.

Ancho como el horizonte,
largo como el infinito
y suave como el remanso
de un amanecer incierto.

¡Dejadle, dejadle en silencio!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Gritos perdidos en el tiempo


(Estas poesías son para colgarlas en el aire y que se las lleve el viento, que me cambie la vida porque siento que muero)
                 (I)
Ayer estaba callada,
embadurnada en la tristeza,
impregnada en la fragancia de la agonía,
arrastrada en el camino del tiempo.

Hoy me retuerzo como una serpiente
cuando está engullendo su presa
tragando lento, disfrutando,
saciando su hambre.
Siguiendo ese instinto innato
de un depredador sediento.

Así me siento día a día,
incluso de noche
cuando todos duermen.
Ni siquiera mi intelecto, descansar, puede
calmar mi mente herida.
¡Es como si no hubiese vivido,
incluso habiendo vida!

¿Dónde dormían mis lágrimas vacías
de batallas perdidas?

Me han operado los sentimientos,
dando paso a un horizonte incierto
cargado de ilusiones
y tormentas frías.

Avivando los marcadores del tiempo
Renaciendo.

Sé que acabo de emerger
que algo se apagó
pero sigo callada.
Me enseñaron a no sentir,
a no vibrar.

Ahora me encadeno sin rumbo
buscando respuestas,
en el abismo térreo y oculto.

Mi vida de penumbra,
de sombras recias
tupían un delicado velo
de encajes dorados,
blancas telas
y tejidos bordados.

Hoy vuelan al viento
levantando polvaredas,
avivando tempestades
rescatando almas heridas

sedientas de paz,
amor y caricias.


viernes, 21 de septiembre de 2012

                (II)
Oigo voces en mi cerebro
murmullos lejanos,
casi imperceptibles
pero los oigo.
Los escucho a todas horas
me advierten, me confunden.

No puedo pensar, ni escuchar,
siento que reviento por dentro;
me agarro a la tela de mi juicio
al sonido de la conciencia.

Busco respuestas perdidas,
ambiciones ahogadas,
sueños perdidos;
esos que me delatan.

Los que te brindan compañía
en noches cerradas.
Yo no quiero eso;
ya no queda nada.

Me encierro en la penumbra
¡que no me vea nadie!
soy la rara,
la cara oculta de la luna,

la experiencia enmascarada.
Entrar en mi interior,
buscar en mis entrañas,
ahogar la agonía

que desalma mi alma.
Ya no tengo vida,
yo no encuentro nada
pero sí, sí que siento

que estoy enamorada.





domingo, 16 de septiembre de 2012

Mi pueblo: Monte Lope Álvarez (poema de adolescencia)


En un día cualquiera, da igual el año,
siempre estará allí;
vigilado por hermosos olivos, rodeado de parajes preciosos.
No me preguntéis, callaos,
que no se entere nadie, que no turben su paz.
Me gusta contemplar su escondite
…casi estoy y no le veo.
El corazón me echa chispas,
¡lo siento como mi pueblo!
quiero llegar y no llegar,
contemplarlo, odiarlo, desearlo,
avanzar o quedarme en medio,
algo me atrae,
El sonido de sus gentes,
o tal vez el frío helado del invierno.

Algo turba mi mente,
¡si ya estoy en la curva!
me lo recuerdas portalón,
sé que un día tuviste vida.

¡Ay! que suspiro se me escapa,
es entonces cuando el sonido se interrumpe,
es el murmullo de las madres
que sollozan en silencio.
Ya hemos llegado…”portaos buenos”

Este pueblo escondido,
donde Dios pegó los siete gritos,
nos acogen, nos miman,
aliviando nuestros sufrimientos;
es la sencillez de sus gentes
que nos miran con cariño.

Te quiero pueblo mío,
acuérdate de mí cuando me vaya.
¡Ay! Monte Lope,
cuando pase el tiempo,
y el internado no tenga vida,
quiero venir a verte,
acariciar las ramas de tus olivos.

Sintiendo en mi alma
el mismo trato que me diste,
respiraré el mismo aire,
me abrazaré a tus calles.
Tocaré a las puertas de las casas
para que la gente me brinde compañía;
correré hacía el Pedroso,
querré ver Fruteros,
por la calle de tu farmacia
perderé mi último aliento,
llegaré hasta el campo
y me tumbaré en silencio.

Allí encontraré la compañía
del olor a tierra, perfume de flores
y tacto de terciopelo.

¡Ay pueblo mío cuanto te quiero!

miércoles, 12 de septiembre de 2012


Hoy he mirado al cielo, estaba igual, 
¿qué me esperaba?
Buscaba respuestas perdidas,
esas que nadie escucha,
las que se quedan rezagadas,
las que recogen los mendigos y alimenta una manada.

Esas son las que busco en una noche estrellada.

Me quedo sola, absorta, embelesada,
la gente pasa, me mira,
no recoge la belleza que mis ojos plasman.

Incapaz de mirar para otro lado,
caminando como un fantasma
advierto esa energía
desnudando esa paz interna,
clamada de recuerdos perdidos
en una noche cualquiera
desatando ira, ahogando penas olvidadas.

Soy polvo de estrellas,
sé que vengo de allí,
de una estrella alejada.
Perdida en el firmamento,
no se parece a ninguna, ni tiene padre, hijas ni hermana.

La busco desde siempre,
esa fue mi morada, 
me escucha, me mima, me abraza.
¿A quién se lo digo?
si nunca he visto mirar a nadie con tanta calma.

La gente sólo mira
sin intuir, sin advertir, nada cae, nada nace,
pero sé que vine de allí,
tal vez equivocada.

Ahora todos me observan
sin compartir nada. Me ven porque tienen ojos,
y a mí me sobran sus miradas.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Sueños


Dónde están los sueños,
de los que despertar no quieres.
Esos que negocian con tu conciencia,
los que deliberan con tu ego.

Los que te transportan levitando,
¡esos sí que son buenos!

No te piden sol, ni aire, ni viento
ni te juzgan cuando no vienes
ni te perturban el silencio.

Los que te esperan cada noche
o cada día,
¡qué más da!
si viven en tu cuerpo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Castillo de Santa Catalina


Todavía siento como mi cuerpo se estremece, al recordar tanta belleza, tanta paz, inmensa paz que me inundó cuando contemplé el maravilloso espectáculo, de esas vistas impresionantes, de esas luces al anochecer.
Sentí como mi cuerpo adsorbía toda esa belleza, almacenándola, desgranándola, sentí cómo las piedras de los muros anhelaban mi compañía. Toqué sus piedras con la punta de mis dedos, me abdujeron a otro tiempo, podía escuchar el trasiego de aquí para acá, escuché voces del pasado, gente alborotada.
Estaría yo agazapada, inmersa en mis pensamientos, traspuesta de tanta belleza; mis pestañas incapaces de parpadear secaron mis ojos que no paraban de mirar. Absorta, casi al borde del desvanecimiento, me olvidé quién era y que hacía yo allí; amo el arte, la belleza, la vida, ¿y yo, dónde estaba?
Quiero dormir aquí arriba, ver cómo se esconde el sol, despertarme con el amanecer, abrazarme al nuevo día, acariciar con mis pies la ternura de sus losas, aprender a tocar con mis manos y amar, hasta que sienta como se estremecen los jugos de mi cuerpo, dejándome malherida.
¡Qué más da! ya no existe más placer, ni paz, ni armonía; todo está concentrado, allá, en ese cerro, en esa colina.
¡Qué inmenso paisaje desde el castillo Santa Catalina!

martes, 4 de septiembre de 2012

Recuerdos


De camino al arroyo van mujeres en tropada,
con sus grandes cestos, de sábanas blancas
cargadas como bestias, acariciando el alba
sólo algunos murmullos de niños les acompañan.

¡Qué ilusión, qué gozada! mira el río como avanza
¿dónde se esconde el agua?
parece un espejismo, donde te miras la cara,

sin embargo, cargado de ramas, hojas y tierra
ensucian su riada,
piedras lisas, relucientes, erosionadas por el agua
clavadas en la orilla esperando su morada.

Acariciadas por sus manos,
perfumadas de jabones,
la ropa queda engalanada

mientras, el cantar de las mujeres
va alegrando la mañana.

Las zarzas, juncos y árboles
al unísono  les acompaña
esperando con impaciencia
poder ser adornadas.

Los niños asombrados, juegan
saltan y bailan,
esperando que el brillante sol
seque sus ropas perfumadas.

¡Venid a casa niñas!
recoged las sábanas blancas
que no os pille el ocaso
que embarrado, espera la calma.

Necesito hacerte un poema
donde poder expresar
mis sentimientos más hondos,
la ausencia de recuerdos
y el aroma del mar.

Necesito mirar al cielo
en una noche estrellada,
tocarte con la punta de los dedos
sin hacerte daño en tus llagas.

Necesito lo que nadie quiere,
buscar el polvo en la nieve,
oler el perfume del río
que yermo recorre y muere.

Necesito saber mi destino
volar y experimentar emociones,
saborear la esencia del alma
gritando despacio, ¡mi cuerpo herido!

La soledad


Cuando veas que la soledad se apodera de tu vida y sientas que tus ruegos no son escuchados, coge tu lápiz favorito; como una sintonía te brotarán las ideas de tu mente.
Ahora déjate llevar, saldrá toda esa agonía que aplastaba tu libertad como un león atrapado en su jaula. Y comprenderás que no hay mas dicha que la de saber que alguien, aunque sólo sea en el pensamiento, se acordará de ti.
Tú mientras, habrás soltado toda esa adrenalina convirtiendo la soledad en amiga y quizás cómplice de tus plegarias.